Impuntual.

Le dije que yo estaba enamorada de ella, que el cielo y el infierno se conjugan entre sus piernas, pero no me creyó, es que llegué tarde a su vida... es uno de mis defectos más grandes, mi insoportable impuntualidad.
Llegué cuando ya la habían destrozado por dentro y no supe repararla, pero no hay nada como su piel, esa que ella detesta por la flacidez y las estrías y no hay nada como su figura, la que odia porque tiene bastante peso, yo la amo... no sé decirlo de otra forma, fui más allá de su cuerpo y sus inseguridades, desde mis pensamientos más poéticos tienes que ser una mierda para joderle la vida a una Diosa de ese tamaño, es obscena, inquieta, fugaz, rebelde, sensible, humana... ella es como el tiempo, imparable.
Yo la observo y miro el mundo detenerse en sus dientes, en el estilo con el que toma su cigarrillo, la mueca de su nariz cuando le incomodas, la franqueza de su voz cuando ya la has molestado.
Se tiene que ser ciego para no ver su luz y para no percibir su oscuridad, en la que se encuentra cómoda, de la que no quiere salir.
Yo le grité mi amor y ella se congeló, me vio fijamente y me dijo que no, que esta cansada y enamorada de su soledad, que el invierno se instaló en su corazón y no quiere nada.
Ella comprende la simplicidad de la vida y también lo difícil que es vivirla pero lo quiere hacer sola, le va mejor no sufrir por amores baratos, ingratos que no saben lo que quieren, que viven cediendo ante el más mínimo coqueteo, le produce hastío el imaginar algo así una vez más, me dijo... ojalá tu amor hubiese llegado pronto, cuando mi cuerpo no tenía cicatrices y mi alma no me había abandonado.
Mujer de labios aterciopelados, de ojos profundos y oscuros, bella como la noche, triste como mi vida desde que la deje ir. Yo quisiera no tener que observarla de lejos, ni verla deslizándose en unos labios que no sean los míos pero su libertad es lo que más amo de ella y mis cadenas solo me atan a mi.
Me quedo con lo que me pudo compartir, la risas, los abrazos, los llantos bajo la lluvia, sus gemidos, su comida casera deliciosa, sus tetas desorbitadas, su trasero exquisito, sus ojos intensos, su risa loca, me quedo con lo que me compartía, con lo que no supe valorar, me fui antes de que me pudiera mostrar su delicadeza y volví cuando ya la había enterrado.
Que pena haberme enamorado cuando ella ya se había marchado.

 
-Mala