Para que lo sepas.


 

Lucía de mis pesadillas, de mi pasado y mis quebrantos...
Espero que esta sea la última carta que te escriba, sinceramente estoy cansada de hacer esto, de amarte de esta forma tan dañina.
Persigo cada paso de tu ser, finjo que no te quiero más en mi vida, mientras Solange, se ha convertido en un versión poco más desgraciada que yo, mi constante ha dejado de serlo, me ha dejado llevarme su dulzura y suspicacia, el corazón se le ve marchito y sus ojos ya no tienen brillo.
¡Maldita sea! ¿Cómo me permitió llegar a tanto?
Debes saber que tiene un rencor profundo al amor imbécil que te tengo, la miro y es todo lo que alguna vez quise ver en ti, sin embargo soy demasiado cobarde para permitirme amarla, me quedé atada a ti y a toda la mierda que hemos sido, me convertí en una vulgar y triste versión de mi; fría, calculadora, egoísta emocional.
Ya no tengo espacio para alguien aquí dentro, cual bosque incendiado con tierra infértil, seca e incapaz de amar.
Con un carajo, me asquea reconocer todo esto, decirme a mi misma que soy esa persona que tanto desprecie.
No Lucía, no te amo, solo tengo miedo a reconocer que me merezco algo más que no seas tu y me aferro a que tu eres el amor de mi vida y que nadie logrará hacerme sentir como tu, te puse en ese altar, inalcanzable.
Me he visto la cara todo este tiempo yo sola, mírame, soy apenas un remedo de lo que un día soñé, incapaz de reconocer que amo a una mujer que no eres tu, el hecho de escribirlo me provoca náuseas porque ella ya no está, me encargué de lastimarla a tal punto que ya no me puede ver a los ojos, mis manos le producen asco y la entiendo, entiendo que no pueda verme como antes porque yo tuve la culpa, perdimos a Renata y la dejé en el abandono a ella, como si su dolor fuese menor al mío, como si ella no hubiera amado a nuestra hija con devoción así como a mi.
Ya no es mi dulce Sol, es una estrella inerte que me observa yendo de unos brazos a otros sin mayor preocupación.
No pretendo que entiendas el vacío que esto me provoca, porque es meramente imposible, pero tienes que saber de lo imposibilitada que me dejaste para amar, y no me importa que las culpas no tengan cabida en esta carta, te culpo a ti porque quizás es el modo más cobarde que tengo para huir de mi responsabilidad en el dolor de Solange.
Quiero dejarte ir, no saber de ti nunca más, ni verte, ni oír tu voz. Quiero dejar de torturar mi cabeza con futuros inciertos en los que se supone que tu debías estar, guardando una falsa esperanza y ciertamente tratando de mentirme.
Por favor no vuelvas, ni me dejes volver.
Mía.
- Lucía y yo ♡.

Comentarios

Entradas populares