Domingos de vacío.
La mayor parte del tiempo te pienso y busco las opciones pertinentes para terminar con mi dolor, creo que lo he dicho demasiadas veces, pero, dueles mucho y en muchas partes, haces falta no lo dudes ni un segundo.
Observo todas las actitudes que tienes y que me lastiman, me pregunto cuál es la necesidad de soportarlas, te amo, sí, pero no hay pruebas contundentes de que tú lo hagas de regreso.
Solo he obtenido silencios y más dudas, más mentiras, más dolor.
Creo que mi sentido del amor está más desubicado que yo, jodidamente triste y abandonado, estoy molesta, tu traición me reventó las entrañas, de pronto me vi cayendo en un pozo profundo y oscuro, me aterra ver la realidad, me petrifica y me sumerge en ríos espesos de pensamientos que no tienen sentido.
Mis heridas me ven desgarrándome, gritando mil veces, pareciera un drama insoportable de llevar, mi cabeza aún está ganando la partida, me habla de todos los hubiera, de todos los quizá y el presente parece esfumarse en la habitación.
Lloro porque me observo como un despojo incierto, ya no me veo como la mujer que quería amarte, estoy totalmente despersonalizada.
La imagen que persiste en mi cabeza es la de la mujer que te vio cortar la cuerda y quedarte victoriosa, ¡vaya triunfo!
Intento olvidarte todo el rato, pensar en que seguro estás con alguien porque jamás pude llenar tus vacíos, que andas buscando algo que en definitiva no soy yo, aunque me apene.
Sé de lo asfixiante que puedo ser, aún habita en mi la pena que ha dejado el abandono, no está bien, lo comprendo, estoy trabajando en ello constantemente.
Yo quise crecer a tu lado, construir algo firmemente, no lo logré, sola no pude.
Todo eso que yo quise que tú me dieras, me lo tengo que dar yo, todo eso que quise darte y no te sirvió, me lo tengo que dar yo.
Desconozco si esto te duele de alguna forma, quiero dejar de suponer, igual espero que no te duela más ni menos, porque es una putada.
Mala.

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